Aprender a seleccionar lo importante de lo que no lo es, ya que cuando queremos hacer todo perfecto nos da miedo poder dejarnos algo necesario sin atender. Aprender a tomarnos más tiempo para hacer las tareas y también para tomar decisiones. Dedicar tiempo al día al ocio y descanso. Centrarse en el proceso de las tareas que realizamos y no tanto el resultado final. Establecerse metas realistas y alcanzables. Asumir la posibilidad de cometer errores. Aprender a pensar de manera más positiva, detectando aquellos pensamientos que nos hacen seguir siendo autoexigentes, por ejemplo: “debería estar trabajando, tengo que hacerlo mejor, no lo haré bien si no invierto mucho tiempo, no debo perder el tiempo”, etc…. Sentirnos con la libertad de expresar nuestras emociones. Evitar planificarlo todo, ya que de esa manera todo adquiere el significado de obligatorio, como si fuera un trabajo, y no permite que nos relajemos y podamos disfrutar del momento. Darse espacios para tener tiempo libre sin nada que hacer, ya que cuesta mucho tolerar estar sin hacer nada y no pensar que se pierde el tiempo, por ello es bueno acostumbrarse a tener pequeños espacios sin estructurar. Es importante saber tener metas realistas y saber exigirnos sin que ello suponga un coste tan elevado.