Se trata de una habilidad fina que permite realizar con precisión algunas tareas en las que se requiere coordinar la vista con el movimiento de las manos.
Por ejemplo, la escritura es una de las actividades que requiere de esta coordinación ojo-mano, ya que lo que el ojo visualiza debe coordinarse con la ejecución manual de eso que se está viendo.
En definitiva, es la capacidad que permite realizar actividades en las que se necesita integrar la información que transmiten los ojos con el movimiento, normalmente, de las manos.
La coordinación ojo-mano es una habilidad cognitiva compleja que debe funcionar a la perfección para poder guiar los movimientos de nuestras manos de acuerdo a los estímulos visuales que se envían desde el cerebro.
El desarrollo de esta capacidad es, por lo tanto, fundamental en el desarrollo estándar de un niño ya que le resultará clave en su vida diaria, comenzando por su vida escolar cuyo aprendizaje puede verse seriamente resentido si sufre algún déficit en esa coordinación óculo-manual.
Además, no podemos olvidar que casi todas las actividades de nuestra vida diaria requieren de la coordinación óculo-motora, por eso es importante prestarle atención.
No solo es imprescindible para escribir en papel sino también para escribir con ordenador o manejar una calculadora.
Y ya de adultos, sin esta habilidad no podríamos conducir, ni practicar deportes, ni simplemente abrir un cajón o introducir la llave en la cerradura de nuestra vivienda.