El entrenamiento en altura o en su defecto el entrenamiento en hipoxia hipobárica es uno de los métodos más utilizados por los deportistas de élite para mejorar su rendimiento.
Estas máscaras dificultan el paso de aire a través de una resistencia ajustable mediante válvulas, y ya es bastante común ver a deportistas usándolo tanto en sus sesiones de fuerza como de resistencia.
Los resultados mostraron que el grupo que entrenó con máscara percibió las sesiones de entrenamiento como más duras que el grupo control.
Además, los niveles de saturación arterial de oxígeno fueron significativamente menores en el grupo que entrenó con máscara, pero no hubo diferencias en los niveles de lactato.
Pero más allá de las respuestas agudas, el hecho importante fue que tras las 6 semanas de entrenamiento no se observaron diferencias significativas entre el grupo control y el grupo que entrenó con máscara en variables hematológicas como el hematocrito o la hemoglobina, así como tampoco en variables de capacidad pulmonar.
Además, ambos grupos mejoraron de igual forma su potencia aeróbica máxima y su consumo máximo de oxígeno, aunque hay que remarcar que solo el grupo que entrenó con máscara mejoró su umbral ventilatorio, el umbral de compensación respiratoria y la potencia asociada a estos umbrales.
Otros autores han observado que entrenar con máscara durante sesiones de fuerza puede empeorar el rendimiento durante las mismas, lo que podría disminuir algunas adaptaciones a largo plazo.
Por lo tanto, los beneficios de las llamadas “máscaras de altitud” son todavía muy inciertos, y en cualquier caso bastante menos claros que los producidos por la altitud.
Son necesarios más estudios que confirmen algunos de los efectos que se han observado sobre el rendimiento, como la mejora en los umbrales, pero hasta el momento no hay suficiente evidencia para apoyar esta herramienta.