La respuesta científica a la pregunta de por qué los deportistas profesionales entrenan en altura es que buscan potenciar y optimizar el consumo de oxígeno.
El entrenamiento en altura es una práctica que cada día gana más adeptos en el mundo del deporte.
Y es que acudir a una zona de altura para entrenarse en un contexto de baja concentración de oxígeno implica rendir mejor al volver a niveles normales de altitud, sobre todo en aquellos deportes en los que la resistencia cobra una especial importancia.
El hecho de que las personas que han nacido y viven en altitud presenten valores hematológicos significativamente más elevados que los valores de las personas residentes a nivel del mar, ha hecho pensar que con las estancias en altitud se puede obtener una ventaja significativa en los deportes de fondo, donde la capacidad de consumir oxígeno está directamente ligado al rendimiento.
Si aumentamos los valores hematológicos, mejora el transporte de oxígeno y con ello el consumo máximo de oxígeno.
Se observa que en un residente a nivel del mar que va a vivir a un lugar de altitud, sus valores hematológicos van aumentando en el curso del tiempo, pudiendo llegar a unos niveles similares a los que presenta la población originaria de esa altitud.
Con todo ello se puede concluir que no es achacable, al menos en exclusiva, el aumento de los valores hematológicos debido al genotipo o material genético.
Queda clara la influencia de la hipoxia en este aumento de la capacidad de transporte de oxígeno.
Básicamente, la clave del entrenamiento en altura consiste en aumentar la resistencia del cuerpo humano acostumbrándolo a un entorno con poco oxígeno.
El organismo reacciona produciendo más glóbulos rojos y así aumenta la resistencia del deportista cuando regresa a niveles del mar.
En esta práctica la genética juega un papel indiscutible, ya que, para que se produzcan estos cambios, la predisposición del cuerpo humano es clave.
Las adaptaciones en el organismo se producen en menos de una semana, de ahí la importancia de realizar estos entrenamientos justo antes de acudir a una cita deportiva.
Sus beneficios son a corto y mediano plazo.
Cabe destacar que aquellas personas quienes demuestran más resistencia a la producción de glóbulos rojos para compensar la falta de oxígeno necesitan subir a cotas más altas para lograr los mismos beneficios.
El tiempo mínimo para que los efectos perduren es de una semana, y el máximo para garantizar un buen estado físico, es de tres semanas.
Pueden iniciarse las sesiones aerobicas extensivas maximas de 2 o 3 horas en esquí de montaña y esquí de fondo, utilizando toda la masa muscular al ejercitar estas dos disciplinas, que comparándolas al triatlón, son complementarias tanto para el grupo muscular inferior como para el superior con la ayuda de la tracción de los palos y el CORE.
Hay que tener en cuenta también que la presión arterial y frecuencia cardíaca aumentan debido a la altura por hipoxia.
Y que las sesiones intensas han de ser mas cortas en tiempo ya que nuestro cuerpo no se adapta de igual manera que en situaciones normales o niveles del mar.
Nadie pone en duda actualmente la importancia y el beneficio que trae consigo el entrenamiento en altitud como forma de aclimatación y mejora del rendimiento en competiciones.
Es por tanto la hipoxia el factor determinante de los cambios que se producen en el organismo como consecuencia de la altitud, y ante esa hipoxia el organismo reacciona de forma aguda y crónica para adaptarse a la nueva situación.
Estos cambios provocados por la hipoxia dan lugar a una mejora del rendimiento físico y por ello dentro del deporte de competición el estímulo hipóxico supone un elemento más a tener en cuenta en el complejo proceso de optimización del rendimiento.