Los músculos tienen memoria, sí. De hecho, ayuda a explicar por qué sanan tras una lesión o rotura grave que nos hecho guardar reposo durante meses, sin apenas movernos. Tras un parón, se puede retomar la actividad física y recuperar el tono. Uno de los autores más citados en lo que a memoria muscular se refiere es Robert Seaborne, investigador de la Universidad de Keele (Reino Unido). Los resultados de sus estudios apuntan a que el músculo esquelético tiene memoria epigenética, es decir, relacionada con los genes. Está determinada por un crecimiento temprano que permite que el cuerpo se recupere. Al realizar ejercicio, se desarrolla la fibra muscular y se retiene información en el núcleo de las células. Las fibras pierden volumen si no se entrenan con suficiente regularidad, pero el núcleo se mantiene estable. Eso motivará que, al retomar el entrenamiento, sea más fácil recuperar la masa muscular que se ha perdido. Es decir, el cuerpo tiene memoria muscular, y es lo que permite que un deportista recupere su forma física de manera relativamente rápida tras una larga lesión. Se calcula que la memoria muscular dura unas 72 horas, lo que remite a la constancia: si haces ejercicio regularmente, lograrás potenciarla. Los mejores ejercicios de memoria muscular son las rutinas de entrenamientos habituales, bien adaptadas al nivel y a los objetivos de cada usuario. Lo más eficaz para mejorar en este apartado es perseguir la hipertrofia, es decir, el aumento del tamaño de las células musculares que también conlleva agrandar las fibras musculares y, por lo tanto, el músculo. La mejora de la memoria muscular, que interviene en la capacidad de recuperación, es un beneficio más de los muchos que tiene la actividad física.