Según otro estudio de la Sociedad Anatómica John Wiley & Sons, se definió que aquello que definimos como “memoria de los músculos” es una facultad propia de los grupos musculares que funciona de forma más efectiva cuanto más temprana es nuestra actividad física, y que a nivel biológico parece apoyarse en el hecho de que es precisamente en la juventud cuando más esfuerzo físico realizamos, y eso sirve a los músculos para aprender a estar entrenados, y luego permanecer a la espera de refrescar esa memoria.
La primera memoria de nuestros músculos se inicia en la juventud.
Sin embargo, cuando retomamos el ejercicio, los músculos reaccionan con memoria, y logran volver a su estado original, el que habíamos dejado pausado, de forma más corta que si no hubiéramos realizado ejercicio con anterioridad.
Y eso queda demostrado porque nos volvemos a poner en forma a gran velocidad y se recupera el tamaño de las fibras en muy poco tiempo.
A priori, la existencia de una memoria muscular hace que, ante un problema puntual en nuestra disponibilidad para realizar ejercicio, no sea tan grave hacer un parón de entrenamiento y luego poder volver a incorporarnos sin padecer la cuesta arriba que supondría empezar de cero.
Además, existe un concepto en entrenamiento que se basa en la descarga.
Se trata de un tiempo de descanso que debemos conceder a nuestro cuerpo cuando estamos entrando de forma intensiva su fuerza.
Se trata de una semana en las que hacer un parón de las rutinas de entrenamiento para descansar nuestro cuerpo y el sistema nervioso.
En este sentido la memoria muscular juega un papel muy beneficioso, pues estaría asegurando que el el descanso no haría perder ninguna facultad de recuerdo.