Apuntar a tu hijo a un deporte es uno de los mayores regalos que le puedes hacer, pues el deporte es una escuela de valores pero, al igual que la vida, a veces se torna en momentos duros y difíciles.
Recordad que ante todo sois sus padres y actuáis como modelos para su vida.
Él es el protagonista de la función pero necesita de vosotros, del entrenador, del cuerpo técnico para realizar bien su papel.
Es importante que estos objetivos estén centrados en lo que depende de ellos y no en objetivos de resultado.
Aprender a tener una estabilidad emocional ayudará a tu hijo a la hora de entrenar y competir.
Cambiar el “chip” y comenzar a reforzar su actitud en los entrenamientos y la competición: el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, el compañerismo y la perseverancia son los pilares básicos de su educación deportiva.
¿Qué tal lo has pasado?, ¿Te has divertido?.
Éstas deben ser las primeras preguntas que escuche vuestro hijo al salir de su competición.
Al final, la diversión debe primar ante todo lo demás.
Busca un ambiente sano para que practique el deporte, un entrenador que le motive a dar lo mejor de él en cada momento siempre reforzando desde lo positivo y unos buenos compañeros.
No permitas que el fracaso les deteriore la autoestima.
Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto.
Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarse, a ofenderte, sólo porque perdiste.