Apuntar a tu hijo a un deporte es uno de los mayores regalos que le puedes hacer, pues el deporte es una escuela de valores pero, al igual que la vida, a veces se torna en momentos duros y difíciles.
Recordad que ante todo sois sus padres y actuáis como modelos para su vida.
Él es el protagonista de la función pero necesita de vosotros, del entrenador, del cuerpo técnico para realizar bien su papel.
Muchos de estos últimos entrarán y saldrán de su vida deportiva, pero vosotros siempre permaneceréis ejerciendo el rol de progenitor: animar en los momentos buenos y malos, respetar a los rivales, a los árbitros y al entrenador, aplaudir las buenas acciones de vuestro equipo, pero también, de su rival, colaborar con las actividades del club, interesaros por el deporte en cuestión y delegar el aprendizaje en los entrenadores sin entrometeros en su trabajo, es su papel en esta función.
Escribir conjuntamente los objetivos de una competición en la que va a participar tu hijo es una magnífica forma de hacerle ver que compartís y le apoyáis en todo momento.
No enfatizar la victoria con mensajes excesivamente positivos y radiantes de felicidad, ni la derrota con mensajes negativos y silencios incómodos.
Así lo que transmitís a vuestros jóvenes deportistas es que su victoria es lo único que cuenta.
Si éste es el mensaje que queda grabado en la mente de los pequeños, comenzarán a aparecer los fantasmas del “miedo a perder para no defraudar a mis padres”.
Cambiar el “chip” y comenzar a reforzar su actitud en los entrenamientos y la competición: el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, el compañerismo y la perseverancia son los pilares básicos de su educación deportiva.
¿Qué tal lo has pasado?, ¿Te has divertido?.
Éstas deben ser las primeras preguntas que escuche vuestro hijo al salir de su competición.
Al final, la diversión debe primar ante todo lo demás.
Escucha a tu hijo.
Son pequeños deportistas en plena formación, moldeables por la experiencia, absorbentes como una esponja y llenos de energía y vitalidad.
Busca un ambiente sano para que practique el deporte, un entrenador que le motive a dar lo mejor de él en cada momento siempre reforzando desde lo positivo y unos buenos compañeros.
Habla con él sobre cómo se siente en los entrenamientos, en la competición, anímale a esforzarse cada día, llévale a las competiciones en las que quiera participar y disfruta junto a él de este bonito período de su vida.
No permitas que el fracaso les deteriore la autoestima.
Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto.
Y cuando pierdes sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarse, a ofenderte, sólo porque perdiste.
En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorriste el camino en la búsqueda del objetivo.
Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es así.