Siempre programa tu día. Al crear y estar listos para seguir un plan, eliminamos la necesidad de tomar decisiones en el momento. Decidimos por adelantado no distraernos, lo que generalmente sucede cuando tenemos un momento de duda sobre en qué trabajar a continuación. Deja a un lado la multitarea. Ninguna de las tareas que estemos haciendo la vamos a realizar de manera eficiente, esto debido a que ninguna de ellas va a recibir suficiente atención. La mejor manera de proteger nuestro cerebro es concentrarnos en una tarea a la vez y tomar descansos para recuperar nuestra energía. Identifica tus 3 prioridades. Elegir las 3 tareas más importantes significa que hemos pensado en nuestras prioridades y en qué tareas tendrán un mayor impacto en nuestro trabajo. Tan pronto como las hayamos identificado, es mucho más fácil decir no a aquellas que podrían consumir nuestro tiempo y atención. Presta atención a tu entorno. Mientras más cosas tengamos en nuestro escritorio, pantallas y teléfonos celulares, más cosas competirán por nuestra atención. Mantener un espacio organizado nos permite estar mejor enfocado en cada tarea que realicemos. Usa técnicas como el «time-boxing» o «time-blocking» para controlar tu tiempo. No importa qué técnica utilices, cada día, programa al menos 2 horas de tiempo de trabajo ininterrumpido en el que te concentres intensamente en una tarea importante. Esto significa no correo electrónico, no redes sociales, no teléfono. Solo tú y tu tarea. Es increíble lo productivos que somos cuando nada está interrumpiendo nuestro enfoque.