Enfrentándolo reuniendo valor lamentablemente el miedo no se puede evitar ni dejar de sentir, hay que enfrentarlo. No dejes que crezca en tu mente tu temor, porque en la mayoría de las ocasiones, nuestros temores son mucho más elevados y alejados de la realidad de lo que creemos. En la medida que sepas controlar tu respiración, podrás calmar tu miedo y controlar tu cuerpo y tu cabeza, sentirás que tienes el control sobre ti mismo. Que sea gradual, de menos a más intensidad. Cada logro, por pequeño que sea, es un avance, sé compasivo contigo mismo. Date cuenta de los cambios que vas logrando, estos a menudo ocurren poco a poco.
Racionaliza lo que temes
Observar cuánto de real hay en tus miedos y qué probabilidades hay de que ocurra lo que temes, te sorprendería lo poco realistas que suelen ser.
Cuestiónate hasta dónde limitan tu vida tus miedos y hasta qué punto cumplen alguna función en tu vida.
En ocasiones detrás de un temor hay un deseo que tememos cumplir.
Respecto a temores infundados de forma externa, mantén una visión objetiva y crítica.
Entrena a diario la respiración diafragmática
La respiración es esencial para dormir y descansar, evitar crisis de ansiedad, así como para mantener un equilibrio mental y emocional.
Si te centras en la respiración conseguirás mitigar estos temores.
Ponte un listado de temores a enfrentar
Ve afrontándolos uno a uno siguiendo el orden de la lista e intenta que no exista mucho espacio de tiempo entre secuencia y secuencia, una media de dos a tres en la semana.
De esta forma irás cogiendo seguridad en ti mismo, verás más cerca tu objetivo y tu miedo se irá reduciendo.
Por ejemplo, si tienes miedo a lugares con mucha aglomeración de gente en sitios cerrados empieza por lugares como acudir a una panadería, una farmacia, una terraza, más adelante un supermercado, y así sucesivamente, centrándote en tu respiración.
Refuérzate positivamente
Date cuenta de los cambios que vas logrando, estos a menudo ocurren poco a poco.