Trate de graduar la intensidad y duración del ejercicio físico.
De esta forma, su cuerpo tendrá tiempo para adaptarse al incremento de actividad.
Compruebe que se encuentra hidratado, ya que la deshidratación es una de las causas que puede producir calambres.
El color de la orina es un indicador útil para conocer el grado de hidratación de una persona.
Generalmente, la orina de color oscuro da a entender que la persona se encuentra deshidratada; por otro lado, el color por así decir ideal sería un amarillo pálido.
Tras el ejercicio, el reemplazar los electrolitos perdidos ayudará a prevenir los calambres.
La clave es tener una dieta sana y equilibrada.
Realizar ejercicio en climas húmedos o cálidos hará que pierda más sales y electrolitos con el sudor.
En este caso, necesitará reemplazarlos añadiendo sal a las comidas o bebiendo ciertas bebidas isotónico-energéticas.
Es recomendable llevar ropa y zapatillas adecuadas para realizar ejercicio.
Si utiliza cualquier equipamiento específico para realizar deporte, asegúrese de que es adecuado para usted y sabe utilizarlo de forma segura.
Algo comúnmente extendido es creer que estirar los músculos reduce la posibilidad de sufrir ciertas lesiones, incluidos los calambres.
Sin embargo, no está plenamente comprobado que esto sea cierto.
Si sufre con frecuencia calambres, es conveniente que consulte con su médico de cabecera o su fisioterapeuta para que le asesoren lo mejor posible.