La capacidad de aprender, entender, razonar, decidir, actuar y crear una imagen de la realidad se aplica también a la Inteligencia Emocional.
La luz cambia a amarillo y estimula mi actuar, sé que significa que tengo que parar cuando cambie a la luz roja.
Puedo tener algunas alternativas de pensamiento inconsciente: piso el acelerador a fondo y dejo que la bestia irracional que hay en mí se haga cargo de la situación.
Esto se llama secuestro emocional, donde nuestro cerebro reptil toma el mando.
La luz cambia amarillo, siento mi urgencia porque tengo prisa, sin embargo, entiendo que acelerar no es la respuesta consciente y racional que me va a solucionar mi retraso y paro.
Me hago cargo de mi emoción, razono que lo correcto no es dejar que la bestia se haga cargo ya que, con frecuencia, la embarra.
La luz ya está en rojo, eso me da tiempo para pensar, me doy cuenta que no hubiera resuelto nada y que más bien, este tiempo me da espacio para pensar qué puedo hacer para remediar el hecho de estar tarde.
Un semáforo sin las 3 luces, no es un semáforo, de igual manera un ser no es sólo racional, no existe la racionalidad sin emocionalidad.
Hay que aprender a controlar los impulsos, los pensamientos y las reacciones reptilianas, para ello, hay que conocernos en nuestra emocionalidad.
Entender porque sentimos lo que sentimos, qué me están pidiendo las emociones, qué estoy llamado a hacer.