Para apretar los lentes y asegurarse de que no se caigan, es crucial elegir una montura que se adapte bien al rostro y tamaño de cabeza, orejas y nariz.
En gafas de pasta, el puente debe encajar completamente en la nariz, aunque si es un puente llave, deberá quedar un pequeño espacio en la parte superior de la nariz.
En gafas metálicas, el apoyo se hace con las plaquetas, que deben quedar bien apoyadas en ambos laterales de la nariz.
El calibre de la gafa también es importante, ya que los rostros redondos necesitan una montura más ancha que los rostros estrechos.
Para asegurar el tamaño correcto, se debe intentar que entre la varilla y el rostro no quede un espacio superior al que ocupa un dedo y se debe comprobar que los ojos se queden centrados en la lente.
Las patillas deben tener el largo adecuado para quedar por detrás de las orejas y no deben presionar las sienes, siempre debe quedar un pequeño espacio entre ellas.
El ajuste de patillas y el ajuste del puente de las gafas son puntos importantes para ajustar gafas.
Si la gafa es de pasta, las patillas se deben calentar previamente antes de aplicar fuerza sobre ellas para modificar la forma.
Si la gafa aprieta en las orejas, las patillas se deben abrir, y si la gafa se cae, habrá que cerrar las patillas para que reposen sobre las orejas y se sujeten bien.
Si la gafa es metálica, también se deben calentar previamente las patillas, ya que la mayoría tiene unos terminales de pasta que las recubren, y se procede igual que con las de pasta.
Este tipo de ajuste siempre se debe realizar en una óptica, donde disponen de los elementos adecuados para calentar las gafas sin que se deforme ni se estropee.
Para evitar que se desajusten las gafas, se recomienda no ponérselas encima de la cabeza, quitárselas y ponérselas con ambas manos, no dormirse con ellas puestas, limpiarlas sujetando la gafa por el mismo aro que se está limpiando, y guardarlas en su funda cuando no se estén usando.