Lo primero que has de considerar es que la montura esté recta respecto a tu rostro.
Para comprobar si está torcida, puedes ponerla en una superficie plana y verificar que no se ve inclinada.
Sin embargo, prioriza siempre que la notes recta al llevarla puesta, pues algunas inclinaciones pueden deberse a que tengas una oreja más alta que la otra.
Por otro lado, las gafas deberían estar a la misma distancia de tu cara en ambos lados, sin llegar a estar demasiado pegadas.
Asimismo, es recomendable que la distancia al ojo sea la mínima posible mientras resulte cómoda.
Además, las almohadillas de la nariz no han de deslizarse, pero tampoco dejar marcas.
En cuanto a las varillas, estas no han de llegar a tocar tus sienes y deben reposar detrás de la oreja, en el hueso temporal.
Tienen que seguir la curva de tu cabeza para ajustarse correctamente.
Si la montura de tus gafas es de metal, solo necesitarás un pequeño alicate.
Si es de plástico, lo mejor es acudir a una de nuestras tiendas Óptica & Audiología Universitaria y que los expertos puedan ajustar las gafas con el equipamiento especializado, ya que tratar las varillas con un secador o sumergiéndolas en agua caliente puede estropear las gafas de manera irreversible.
En definitiva, lo que te aconsejamos es que siempre que sientas que debes ajustar las gafas acudas a tu óptica para solucionar el problema de la manera más segura, pero, si no tienes ninguna cerca, en un caso muy extremo siempre puedes realizar el ajuste, pero únicamente en los terminales, es decir, la parte del final de las varillas.
Dóblalos hacia fuera si las gafas te aprietan en los lados de la cabeza.
Si las notas muy flojas, tendrás que doblarlos hacia adentro.
Un último consejo que te damos para ajustar las gafas es que apliques la mínima presión si estás ajustando una montura de plástico.
De lo contrario, podrías llegar a romperla y ya no habría nada más que hacer.