Hay veces que nuestra mente, crea una relación automática entre las personas que se enfocan en la detección de errores y las personas talentosas, inteligentes y productivas. Desafortunadamente, estas personas suelen tener además un defecto que les obliga a menospreciar a otros y a crear tensiones con colegas y subordinados. En el 99.99% de los casos, las personas no queremos hacer daño en el entorno de trabajo deliberadamente, sino que los despistes, la poca voluntad y una carencia de motivación provocan la mayoría de los errores. Por esto, es importante hacer caso omiso a los ataques personales de los criticones compulsivos y centrarnos en lo que nos pueden estar indicando, en muchos casos obviado por la falta de tacto en cómo lo transmiten.
Detrás de la crítica desmesurada y continua, no hay más que un exceso de perfeccionismo que es devastador a nivel de productividad.