Cuando hablamos de fatiga no nos referimos a la fatiga mental acumulada por estar todo el día pendientes de mil millones tarea, nos referimos a la que deriva en la musculatura.
Seas deportista profesional o amateur, seguro que alguna vez habrás notado una sensación de agotamiento extremo que te lleva a una pérdida notable de la capacidad física y que te impide moverte con un rendimiento óptimo.
Incluso puedes llegar a sentir que tu respiración es acelerada, que aumenta tu ritmo cardiaco, notar cierta falta de coordinación y dolor en músculos y articulaciones.
Eso son los famosos síntomas de la fatiga muscular.
En el caso de los deportistas profesionales, surge cuando se somete al cuerpo a un esfuerzo muscular muy intenso.
Sin embargo, en deportistas amateur aparece cuando realizan actividades que requieren un esfuerzo físico importante al que que no están acostumbrados, o a una rutina de entrenamiento con una carga desmedida para su cuerpo.
La pereza y la fatiga son dos de los grandes enemigos del ejercicio.
Fatiga muscular, predisposición a lesiones y pérdida de rendimiento deportivo son algunos de los riesgos de no descansar adecuadamente después del ejercicio, los síntomas incluyen dolores, calambres y contracturas musculares.
Debes dotar a tu cuerpo siempre de la energía suficiente para el esfuerzo que vas a llevar a cabo.
De esta forma, tu cuerpo no recurrirá a sus propias reservas de glucosa.
El almacenamiento de glucógeno va acompañado de agua, y si se retrasa el proceso de hidratación se puede reducir un 50% la resíntesis de glucógeno muscular, favoreciendo la aparición de fatiga muscular.
No esperes a que aparezca la sed, pues esto será un indicativo de que ya te has deshidratado.
El descanso favorecerá a nuestro rendimiento deportivo, evitará la aparición de fatiga muscular, y nos permitirá afrontar con más energía la rutina laboral y el resto del día.
No te propongas completar retos físicos que no puedes superar, pues son este tipo de sobreesfuerzos los que perjudican a tu organismo, favoreciendo la aparición de fatiga.
Sube la carga de entreno de forma paulatina, y márcate tus propios tiempos.
Además, no es recomendable entrenar diariamente; descansa un par de días a la semana para que el cuerpo pueda resetearse y ponerse a punto.
Siempre hay que calentar antes de entrenar y estirar una vez finalizado el entrenamiento.
Es la mejor manera de evitar lesiones musculares, y mejorar tu rendimiento.
De esta forma el músculo se relaja y se destensa y, a su vez, se combate la aparición de la fatiga muscular.