Un ranking es una clasificación que ordena los elementos de acuerdo a un cierto criterio de evaluación.
El ranking debe tener en cuenta uno o más parámetros para ordenar los elementos en la lista, y éstos son relativamente arbitrarios, ya que los escoge quien lo diseña.
Por ejemplo: podemos crear un ranking de los mejores álbumes de música popular usando como parámetros sus ventas, mientras que otra persona podría basarse en la originalidad de las canciones o en su variedad, entre otras muchas posibilidades.
Por lo tanto, dos o más rankings del mismo ámbito pueden arrojar listas completamente diferentes si no se usan los mismos parámetros.
De hecho, para volver aún más compleja la situación, si los parámetros no se basan en valores exactos, también pueden darse diferencias entre dos listas de igual título: mientras que los más vendidos deberían ser los mismos, los más variados podrían diferir según la percepción musical de cada oyente.
Lo primero es alejarse de la subjetividad: si escogemos las cosas «que más nos gustan», probablemente no nos apoyemos en una serie de ideas que comparta mucha gente, porque los gustos son relativamente arbitrarios y pueden incluir una mezcla poco homogénea.
Resulta más conveniente apoyarse en rasgos objetivos, en un criterio que otras personas también puedan aplicar para entender nuestras decisiones.
Si estamos hablando de ordenadores, por ejemplo, podemos tomar como parámetros la relación calidad-precio, la modernidad de sus componentes, el tamaño de su pantalla, el espacio en disco, o bien partir de un requisito previo y compararlos desde allí: de los que tienen pantalla táctil, los más rápidos, por ejemplo.
Esto no quiere decir que no pueda haber algo de subjetivo en la elección de cada producto, pero seguramente ofreceremos datos posibles de verificar por los lectores, como ser el modelo y la velocidad de un procesador o la cantidad de memoria RAM y su tecnología, en lugar de una preferencia por una u otra marca.