Los silenciadores de pistolas, conocidos técnicamente como supresores, han protagonizado muchas escenas icónicas en el cine, pero su funcionamiento real dista mucho del glamour de Hollywood.
Aunque en las películas suenan como un suave “pssst” al disparar, en la realidad están lejos de hacer desaparecer todo el ruido de un arma de fuego.
Entonces, ¿cómo de efectivos son realmente?
El término “silenciador” no es del todo correcto.
Los expertos prefieren llamarlos supresores porque, como explica Josh Clark en un vídeo de How Stuff Works, “es prácticamente imposible silenciar por completo un arma”.
Esto se debe a que el sonido de un disparo proviene de tres fuentes distintas: el clic metálico del percutor, la explosión de la pólvora al disparar y el estallido sónico de la bala al superar la velocidad del sonido.
Los supresores afectan ligeramente la precisión y la potencia del disparo.
Además, incluso con un supresor y munición adecuada, las balas producen un ruido característico al impactar o al cortar el aire, un zumbido que puede ser tan inquietante como el disparo mismo.
En el cine, los supresores se muestran como dispositivos que convierten las pistolas en armas casi imperceptibles.
Sin embargo, en la vida real, el sonido de un disparo siempre será identificable, aunque atenuado.
Es más, como recuerda Clark con humor: “Por mucho que un supresor haga que te sientas como un personaje de película, nunca eliminará por completo el ruido”.
Sí, pero no tanto como las películas nos han hecho creer.
Si alguna vez te encuentras en una situación en la que el silencio es vital, puede que un supresor ayude, pero no esperes desaparecer entre las sombras como un espía en una película de acción.