Los hologramas de seguridad son especialmente fabricados y diseñados contra la falsificación, convirtiéndose en la opción preferida para proteger identificaciones oficiales, productos y empaques.
Dichos hologramas cuentan con propiedades físicas que difractan la luz, a la vez que reproducen efectos visuales en 3D sobre superficies planas de manera única.
Para poder crear esta clase de imágenes se requieren equipos especiales y tecnológicamente avanzados difíciles de conseguir.
Asimismo, los hologramas van adquiriendo mejoras constantes que los hacen imposibles de replicar, de ahí su rasgo de protección.
Ya sea a modo de etiquetas, stickers, sellos o tiras, estos hologramas pueden agruparse en al menos tres tipos: Hologramas con evidencia de manipulación.
En la mayoría de los casos son etiquetas holográficas que dejan residuos cuando son retiradas, revelando la intención de alterar algún documento, sobre de seguridad o empaque.
Suelen fabricarse en materiales muy resistentes e indestructibles.
Hologramas con distintos niveles de profundidad.
Se tratan de hologramas bidimensionales o tridimensionales en los que una o más imágenes pueden verse en dos o tres planos distintos, según la perspectiva desde la cual se miren.
Con frecuencia tienen diferentes candados de seguridad que los hace aún más eficaces contra la duplicación.
Hologramas con protección abierta u oculta.
Los diseños de estos hologramas incorporan elementos visibles de seguridad como códigos de barras, códigos QR o folios que cualquiera detecta.
No obstante, si se trata de una protección oculta para identificaciones, certificados, diplomas, reconocimientos, etc., el holograma tendrá elementos ópticos no holográficos solo reconocibles por un ojo entrenado.