Para construirla, la base es trabajar en la fuerza de voluntad. Esto significa que se debe tener claro el objetivo al que se quiere llegar e ir haciendo esfuerzos continuos para conseguirlo con el paso del tiempo, así como renunciar a todo aquello que no nos lleva a la meta. La constancia se debe ejercitar todos los días hasta que se vuelva algo natural en tu vida.
Fíjate una meta realista, todas las personas tenemos grandes metas en la vida, pero hay que escribirlas y ordenarlas por prioridad y plazos para saber cuáles sí podremos realizar –honestamente– y en cuánto tiempo. Deja de procrastinar, ir aplazando obligaciones o actividades en nuestro día, definitivamente nos aleja de llegar al punto que queremos y entorpece la constancia.
No te satures con actividades, el secreto es establecer prioridades y respetar un horario. Crea un horario, otra clave para ejercitar la constancia es crearte horarios para esa meta que deseas alcanzar. No te rindas al primer obstáculo, bien dicen que Roma no se construyó en un día, y en el proceso, seguramente habrán muchos obstáculos de por medio. Confía siempre en ti, algunas veces, en la búsqueda de alcanzar nuestros objetivos, nos encontramos con momentos en los que creemos que jamás podremos lograrlo.
La disciplina y la paciencia son las cualidades principales que debe poseer una persona constante. Otra gran táctica para volverte una persona constante es mirarte al espejo y repetirte todos los días lo valioso e inteligente que eres, y que mereces precisamente eso por lo que estás trabajando.