Una herida por arma de fuego es un tipo de traumatismo causado por agresión con disparo de un arma de fuego, tales como armas ligeras, incluyendo pistolas, revólveres, escopetas, subfusiles y ametralladoras.
La Organización Mundial de la Salud estimó en 2001 que esas heridas representaron aproximadamente un cuarto de las 2,3 millones de muertes violentas.
El punto donde una bala hace impacto y penetración contusiva crea, por lo general, una herida por bala.
La forma característica de una herida de bala es ovalada o redondeada.
Los orificios causados por disparos de corta distancia o de contacto suelen dejar un orificio de forma estrellada, mientras que los disparos más distantes tornan los orificios de entrada en forma de ojal.
El grado de elasticidad del tejido que contacta la bala condiciona el tamaño del orificio de entrada, de tal manera que este puede ser del mismo tamaño, menor o mayor que la bala misma.
El recorrido realizado por la bala dentro de un cuerpo se conoce como trayecto, mientras que el recorrido de la bala fuera del cuerpo se conoce como trayectoria.
Las características de una herida por arma de fuego a la entrada y a la salida, así como la extensión de la lesión dependen de un gran número de variables, como el tipo de arma usada, el calibre de la bala, la distancia al cuerpo y su trayectoria.
Las lesiones penetrantes del tórax por proyectil suelen causar fracturas de las costillas con fragmentos óseos que terminan incrustados en el parénquima pulmonar.
El estudio de las lesiones por arma de fuego forma parte de uno de los temas clásicos, constantes y fundamentales en todos los tratados de Medicina Legal a lo largo de su historia.
Se han presentado casos de heridas fatales provocadas por armas de aire.