Ánimo, joven.
Vive en obediencia al Padre.
El Señor está contigo ayudándote, bendiciendo tu vida y guiando tu camino.
Que nadie te menosprecie por ser joven.
Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.
Vive una vida que glorifique a Dios en todo momento.
Tú puedes ser de inspiración a otros en el servicio a Dios y tu ejemplo puede ser de bendición para los demás.
Dios te ha dado una fuerza especial que te ayudará a vencer al maligno.
Acude al Padre en tus momentos de debilidad, memoriza su Palabra, llénate de su Espíritu Santo y vive como un vencedor.
Tú, mi Dios, me has enseñado desde mi juventud, y aún ahora sigo hablando de tus maravillas.
El Señor es tu maestro paciente que te indica lo que es mejor en cada faceta de tu vida.
Practica lo que recibes de él y habla sobre lo que él hace en tu vida.
Permite que tus palabras y tus acciones reflejen tu gran amor por Dios.
Recuerda que siempre puedes acudir al Padre celestial y recibir nuevas fuerzas.
Con su ayuda, podrás continuar el camino y vencer en medio de los retos y problemas.
¡Renuévate hoy en el Señor.
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.
Recuerda que Dios no te fallará jamás, en él puedes confiar.
Deja que él guíe tus pasos, afírmate en él cada día y vive para su gloria.