No juega la condición de favorito, lo hecho antes, lo que pueda suceder después, ganar o perder, levantar o no la Copa... sólo juega el aquí-ahora, ser excelentes y hacer un trabajo excelente, ser mejor y tener más acierto que el rival.
El camino para ganar una final es: Estar orientado a la tarea, trabajo o plan de juego, más que al resultado.
Identificar los puntos débiles del rival para atacarlos desde nuestro trabajo.
Identificar las fortalezas del rival para neutralizarlas desde nuestras soluciones, nuestro trabajo.
Ser fieles a nuestro estilo, nuestro modelo de juego, hacer lo que hemos entrenado, sabemos hacer y dominamos.
Tener clara la tarea, tener claro qué hacer a nivel individual, por líneas y en el trabajo colectivo, haberlo entrenado, dominarlo y hacerlo de "memoria".
Estar concentrado, vivir el aquí-ahora, el instante presente, leer y resolver el juego de forma inteligente y rápida, sin pensar, según el plan de juego.
Ajustar la activación, ¡cuidado con la activación excesiva! derivada de la importancia del partido, el rival, el título...
La activación ha de manifestarse en energía, ganas, alegría, empuje, arrojo...
Jugar tranquilos, dar ritmo al balón, tener pausa, jugar alegres.
Estar intensos o agresivos sin balón, ganar duelos, recuperar rápido.
Tener iniciativa, estar atrevidos para ir a por el rival desde el plan de juego, meterle en dificultades, hacer que dude y se equivoque.
Ajustar la responsabilidad para no caer en el exceso de responsabilidad; la responsabilidad óptima es hacer nuestro mejor juego, ¡ser nosotros!
Superar dificultades, nada nos saca de la tarea, nada rompe nuestra concentración y motivación.
Ser duros a nivel emocional.
No llegan los mejores, llegan los que mejor superan las dificultades.
Tener confianza.
Creer en el plan de juego, en uno mismo, en el compañero, en el equipo, en superar al rival, en ganar.
Ser equipo y jugar en equipo, juntos, coordinados, hablándonos, apoyando al compañero.
Disfrutar.
Hay que vincular esfuerzo y disfrute.
El disfrute desata el mejor trabajo y adhiere al esfuerzo.
Celebrar o lamentar el resultado sólo después de que el árbitro pite el final del partido.
Hasta el final sólo hay un objetivo excelencia en la tarea y ser excelentes para así ser verdaderamente competitivos
Ganar será la consecuencia.
Es necesario centrarse en el proceso más que en el objetivo; la auténtica meta es el camino.
No se sostiene el tópico "las finales se ganan, no se juegan", es un equívoco, ¡analfabetismo emocional!
Las finales se ganan como cualquier otro partido, jugando mejor y teniendo más acierto que el rival.