Una Confederación es la asociación, libremente aceptada, entre dos o más Estados, que conservan su soberanía, pero que aceptan a través de un pacto o tratado, que tiene naturaleza internacional, establecer una política común en determinadas áreas.
Una Federación es en sí un Estado, aunque no centralista, y denominado como Federal, regido por una Constitución, no por un tratado o pacto.
La Confederación funciona a través de un sistema de instituciones donde están representados los gobiernos de cada Estado miembro.
Serían como “embajadores” de sus respectivos Estados que se sientan a deliberar sobre los temas comunes.
Cuando toman decisiones son obligatorias, pero obligan directamente solo a los Estados.
Luego, estos Estados deben hacer que sus propios ciudadanos las cumplan.
Así pues, la Confederación obliga a los Estados a cumplir lo pactado y acordado, no a los ciudadanos, ya que no estamos hablando de un Estado superior, que tenga una relación directa con los ciudadanos.
Eso no ocurre en el Estado federal.
Si el legislativo o el ejecutivo del Estado federal toman una decisión, en virtud siempre de sus competencias, es de obligado cumplimiento para todos los ciudadanos de ese Estado federal.
La Federación es una forma de organizarse internamente, en virtud de decisiones que se han tomado de conveniencia o porque puede haber un peso histórico previo que influye en la necesidad de respetar peculiaridades que tienen ese origen histórico.
La cuestión de las competencias tiene su importancia, en virtud de lo que apuntábamos sobre la soberanía.
En la Confederación los Estados no ceden nunca lo que se conoce como la titularidad de la competencia.
Los titulares de las competencias siguen siendo los Estados, porque lo son como se entiende este concepto en el derecho internacional.
En materia hacendística, una de las claves de toda organización política, la Confederación no recauda impuestos, eso es propio de cada Estado.
Luego, en virtud de lo pactado, esos Estados aportan fondos a la hacienda de la Confederación, que se encarga de financiar las instituciones y políticas pactadas en el tratado fundacional de la misma.
En cambio, en los Estados federales existen dos haciendas con capacidad fiscal directa hacia los ciudadanos, es decir, la federal y la de cada estado, con el fin de financiar cada una de ellas las competencias que tienen asignadas.
En materia de derechos, un Estado federal reconoce los mismos a todos y cada uno de los ciudadanos, como recoge la Constitución aprobada por esos mismos ciudadanos.
En una Confederación los derechos de los ciudadanos no tienen que ser necesariamente los mismos, porque eso depende de las Constituciones propias de cada Estado miembro.