Una de las preguntas más habituales entre los entrenadores en etapas formativas es “¿qué puedo hacer para que mis jugadores estén motivados durante la sesión de entrenamiento”.
Y aunque suelen buscar excusas en los propios jugadores (no les interesa el fútbol, se distraen fácilmente, tienen otras prioridades, etc.), la respuesta está en sus manos.
El jugador estará motivado si entrena lo que le interesa.
Consecuentemente, se interesará en todo lo que sea capaz o casi capaz de hacer.
Todo lo que no sea capaz de aprender quedará fuera de sus intereses y, por lo tanto, de su motivación.
Los jugadores deberán comprender el porqué de sus acciones, porque cuando no se entiende algo, automáticamente se pierde la motivación.
Por tanto, los contenidos previamente seleccionados deberán ir acompañados de consignas que permitan a los jugadores entender el porqué, cuándo, dónde y cómo aplicarlo durante el juego.
Según la neurociencia actual, el aprendizaje ligado a las emociones es mucho más potente que cualquier otro.
Por lo tanto, es más productiva una sola repetición con un fuerte componente emocional que 100 repeticiones sin emoción alguna.
Si un jugador se divierte, estará más abierto a aprender.
Con mayor aprendizaje, podrá competir mejor y tener más éxito.
El éxito proporcionará mayor diversión y esta, a su vez, mayor aprendizaje, que permitirá competir mejor, y así se irá reproduciendo este bucle de forma constante.
Este es el círculo de desarrollo del deportista.
Por tanto, debemos crear situaciones de aprendizaje que permitan a los jugadores estar activos y ser protagonistas el mayor tiempo posible durante la sesión de entrenamiento.