El tiempo de reacción es uno de esos parámetros que definen la diferencia entre evitar un obstáculo, y sufrir una colisión.
El tiempo de reacción es importante porque cuanto más alto sea, más posibilidades tenemos de sufrir un incidente, pero casi es más importante la distancia de reacción, que está relacionada directamente con la velocidad a la que circulamos.
La tesis de los que defienden que los limites de velocidad altos implican mayor riesgo al volante es correcta desde el punto de vista de la distancia de reacción.
Una vez reaccionamos, debemos detener el vehículo (o realizar la acción que sea).
Si tardamos 3 décimas de segundo en apretar el freno y circulamos a 120 km/h, habremos recorrido 10 metros "sin hacer nada".
Se puede uno entrenar para mejorar el tiempo de reacción, pero el tiempo será mínimo solo si vamos bien concentrados en la tarea y minimizamos las distracciones.
Existe un experimento (muchos en realidad) para medir el tiempo de reacción.
No obstante también hay ejercicios que podemos hacer en casa, con amigos y que nos ayudan a mejorar la coordinación y a bajar esos tiempos de reacción, pero es algo que lleva tiempo.
Lo que es seguro es que el alcohol dispara los tiempos de reacción, igual que el sueño, hablar por teléfono, ir pensando en las musarañas, o discutiendo con un pasajero.
La relación del tiempo de reacción con la seguridad al volante está clara, y para ayudar a las personas a que no se supere un tiempo de reacción que se considere crítico, existen cada vez más sistemas de seguridad activa que realizan ciertas funciones de cara a evitar accidentes.