El entrenamiento es un proceso de adaptación que se produce mediante la aplicación de diversos estímulos que son procesados por nuestro organismo de una manera tan compleja que nadie puede saber, sino estimar con más o menos precisión, y que finalmente provocan unas adaptaciones concretas. Los ejes vertical y horizontal representan las dos variables de la carga y la especificidad. El objetivo de cada entrenamiento es acertar con precisión en el centro de la diana, es decir, dar con el grado de carga y especificidad óptimo para ese día en concreto. La posición de esa diana viene determinada por múltiples factores, los más importantes son: El periodo de entrenamiento en el que nos encontremos. Las capacidades o habilidades que estemos trabajando, ya que es evidente que la especificidad es diferente en un entrenamiento de fuerza que en otro de potencia aeróbica. El estado físico del atleta. Grado de fatiga, nutrición, salud, etc. El estado de ánimo del atleta. Las condiciones ambientales. Existen docenas de variables más que podrían afectar. El objetivo del entrenamiento será sumar cada día los máximos puntos posibles. No siempre más kilómetros, más rápidos o más específicos significan más puntos. Es por esto por lo que creo en «el arte del entrenamiento«, ya que no existe una ecuación que te permita valorar y aplicar de forma inmediata el entrenamiento óptimo, es el entrenador quien en función de sus conocimientos, experiencia e intuición valora y decide en unos segundos lo mejor para cada día y cada atleta.