Las personas frustradas suelen reaccionar con sentimientos de ira ante la incapacidad de lograr lo que querían.
Además, esta frustración puede acabar en ansiedad y otros problemas que, si persisten en el tiempo, deberían ser tratados por un profesional.
Existen también las personas con baja tolerancia a la frustración.
Estas tienen en común una serie de características, tales como la dificultad de controlar sus emociones, la predisposición a desarrollar ansiedad o depresión e incluso una baja capacidad de flexibilidad, por ejemplo.
Un individuo con esta característica, además, se desmotivará más fácilmente ante cualquier obstáculo que se presente en su camino y puede que opte por el chantaje emocional si no consigue lo que quiere.
Tener una buena actitud es fundamental para superar la frustración.
Tenemos que comprender que se trata de una sensación temporal y que podemos revertirla.
Así, el individuo debe ser consciente del factor externo que ha causado la frustración, por un lado, y de cómo se siente al respecto por el otro.
Algunos trucos que se recomiendan para sobrellevar la frustración son salir a dar un paseo, hacer ejercicio o practicar algún tipo de meditación.
Estas prácticas contribuyen a calmar nuestra ira a corto plazo, pero después vamos a necesitar una ayuda para redistribuir nuestras ideas y expectativas.