La sostenibilidad es una preocupación estratégica, no una iniciativa de marketing.
Las empresas que no integren la sostenibilidad en todos sus procesos -dirección de la empresa, relaciones con los inversores, diseño de productos y servicios, etc.- se convertirán rápidamente en dinosaurios.
La sostenibilidad debe tenerse en cuenta antes de tomar cualquier decisión, no es algo que se utilice como escaparate una vez tomada la decisión.
La acción por el clima exigirá cambios, y habrá dolor asociado.
Corresponde a los líderes -desde los miembros del consejo de administración hasta los directivos- justificar ese dolor identificando y aprovechando los beneficios que la sostenibilidad puede aportar a su empresa.
Consideremos todo tipo de impactos climáticos.
En lo que se refiere al impacto climático, tenemos que abordar dos cuestiones distintas.
La primera nos resulta familiar: ¿Cómo afectan externalidades como el cambio climático a nuestras operaciones y beneficios?
La segunda es la que a menudo pasamos por alto: ¿Cómo afectan nuestras operaciones actuales al entorno externo y a las sociedades en las que operamos?
Hasta que no nos planteemos las dos preguntas simultáneamente mediante un enfoque de doble materialidad, no tendremos una imagen completa con la que trabajar.
Si capta datos, no lo haga para elaborar informes.
Hazlo como parte de una toma de decisiones sobre la empresa basada en datos.
Mientras la sostenibilidad siga siendo un ejercicio de marca, lo normal será hacer lo mínimo.
Los informes se redactarán para guardar las apariencias y nada más.
Debemos hacer algo más con los datos que simplemente trazar el camino hacia el precipicio climático.
Tenemos que utilizar esos datos para cambiar el rumbo.