:

¿Por qué me cuesta tanto tomar decisiones?

Carlos Pulido
Carlos Pulido
2025-07-30 07:26:36
Count answers : 4
0
El temor a equivocarse, elevados niveles de ansiedad, una pobre confianza en sí mismo, pensar mucho en la opinión y aprobación de los demás, dificultad para asumir responsabilidades, la necesidad de tener certezas en relación a los resultados, entre otros, son solo algunas de las variables por las cuales una persona puede tener dificultades a la hora de tomar decisiones. El temor de asumir responsabilidades: asumirnos responsables de nuestros actos es positivo, sin embargo, hacerse cargo de decidir y de las consecuencias que tendrán nuestras decisiones puede generarnos ansiedad, tanta que puede llegar a bloquearnos. Tener que renunciar a otras posibilidades: decidir siempre implicará una renuncia. Evitamos sentir culpa: el miedo a percibir culpa surge desde la creencia de que nuestras decisiones provocarán daño a otros o a nosotros mismos. Una decisión puede implicar incertidumbre, riesgos, complejidad y emociones, siendo difícil decidirnos cuando no tenemos certezas sobre lo que va a ocurrir, sobre todo cuando no hay una respuesta correcta o incorrecta. Las decisiones pueden generar consecuencias, positivas o negativas. Cada situación implica una variedad de causas, alternativas y respuestas, siendo imposible prever con exactitud los resultados.
Victoria Loera
Victoria Loera
2025-07-30 07:13:04
Count answers : 1
0
Elegir algo significa renunciar a otra cosa. Tomar decisiones no siempre es una tarea fácil, puesto que nos expone a encrucijadas a menudo difíciles de resolver. Sentir cierta angustia ante este fenómeno tan humano es completamente natural, aunque para algunas personas esto se acentúa porque no son capaces de tomar ninguna decisión. Una de las raíces más comunes de esta parálisis es el perfeccionismo. Para muchas personas, tomar una decisión significa encontrar “la opción perfecta”, la que no traerá errores ni arrepentimientos. El perfeccionismo puede inmovilizar, porque cada alternativa es medida con una vara ideal que ninguna opción real puede alcanzar. La búsqueda de un “contexto perfecto” en el que no haya riesgos ni dudas es una estrategia de evasión. De hecho, este patrón suele esconder un miedo más profundo: el de enfrentarse a las consecuencias de una elección. El temor a cargar con la responsabilidad de una decisión es otra de las causas clave. Tomar una decisión implica aceptar que uno es el autor de sus actos, y eso puede ser angustiante si las consecuencias no son las esperadas. El miedo a equivocarse o a no estar a la altura de las expectativas lleva a muchas personas a delegar decisiones importantes o a evitarlas por completo. El miedo a sentir culpa también opera como freno decisorio. La paradoja es que, al no decidir, estas personas suelen terminar sintiéndose igual de culpables, o incluso más, por no haber actuado a tiempo. En el fondo de todos estos factores suele habitar un denominador común: una autoestima baja.