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¿Por qué me cuesta tanto tomar decisiones?

Claudia Asensio
Claudia Asensio
2025-08-12 14:34:57
Respuestas : 22
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Me cuesta tanto tomar decisiones porque nos pasamos el día tomando decisiones y de estas, tenemos muchas y resultan agotadoras, muchas veces por la cantidad de opciones que tenemos para elegir. Si tuviéramos para elegir sólo entre dos modelos de móviles, utilizaríamos una lista de “ventajas” y “desventajas” de cada uno y racionalmente elegiríamos el más adecuado. Pero como hay muchísimos modelos y muchas cualidades a valorar, la decisión se hace más difícil. En este sentido, hay muchas estrategias para poder tomar decisiones acertadas en nuestro trabajo. La mayoría de los directivos destacan que, si tienen información suficiente, la toma de decisiones es fácil, porque se reduce la incertidumbre y obviamente podemos afinar mejor. Sin embargo, las decisiones difíciles son aquellas en las que no existe una clara opción buena y otras malas. Cada posibilidad tiene ventajas e inconvenientes, o cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan… Aquí nos encontramos con decisiones relativas a qué profesión quiero desempeñar, dónde quiero vivir, con quién, cómo… Pero también se pueden convertir en decisiones difíciles temas cotidianos como qué estilo de vida quiero llevar, qué tipo de comida, si hago o no deporte, etc. Entonces queremos utilizar lo racional de nuevo y sacamos nuestra lista o un cuadro de DAFO, o una tabla de dónde estoy y adónde quiero llegar… Da igual la técnica que usemos, cuando terminamos, tenemos todos los cuadros rellenos y no vemos claro por qué una opción es mejor que la otra. Y esto sucede porque no estamos comparando números o datos, sino valores en muchos casos emocionales que son los que nos definen como persona. De modo que, un aspecto fundamental cuando tenemos que tomar una decisión difícil, una decisión en la que no hay una clara opción mejor que las demás, en estos casos, tenemos que pararnos y poner sobre la mesa nuestros valores personales. Esos que nos definen como persona y que no se puede juzgar si son buenos o malos porque para cada uno es diferente y por tanto tendrá sus propios valores.
Carlos Pulido
Carlos Pulido
2025-07-30 07:26:36
Respuestas : 25
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El temor a equivocarse, elevados niveles de ansiedad, una pobre confianza en sí mismo, pensar mucho en la opinión y aprobación de los demás, dificultad para asumir responsabilidades, la necesidad de tener certezas en relación a los resultados, entre otros, son solo algunas de las variables por las cuales una persona puede tener dificultades a la hora de tomar decisiones. El temor de asumir responsabilidades: asumirnos responsables de nuestros actos es positivo, sin embargo, hacerse cargo de decidir y de las consecuencias que tendrán nuestras decisiones puede generarnos ansiedad, tanta que puede llegar a bloquearnos. Tener que renunciar a otras posibilidades: decidir siempre implicará una renuncia. Evitamos sentir culpa: el miedo a percibir culpa surge desde la creencia de que nuestras decisiones provocarán daño a otros o a nosotros mismos. Una decisión puede implicar incertidumbre, riesgos, complejidad y emociones, siendo difícil decidirnos cuando no tenemos certezas sobre lo que va a ocurrir, sobre todo cuando no hay una respuesta correcta o incorrecta. Las decisiones pueden generar consecuencias, positivas o negativas. Cada situación implica una variedad de causas, alternativas y respuestas, siendo imposible prever con exactitud los resultados.

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Victoria Loera
Victoria Loera
2025-07-30 07:13:04
Respuestas : 23
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Elegir algo significa renunciar a otra cosa. Tomar decisiones no siempre es una tarea fácil, puesto que nos expone a encrucijadas a menudo difíciles de resolver. Sentir cierta angustia ante este fenómeno tan humano es completamente natural, aunque para algunas personas esto se acentúa porque no son capaces de tomar ninguna decisión. Una de las raíces más comunes de esta parálisis es el perfeccionismo. Para muchas personas, tomar una decisión significa encontrar “la opción perfecta”, la que no traerá errores ni arrepentimientos. El perfeccionismo puede inmovilizar, porque cada alternativa es medida con una vara ideal que ninguna opción real puede alcanzar. La búsqueda de un “contexto perfecto” en el que no haya riesgos ni dudas es una estrategia de evasión. De hecho, este patrón suele esconder un miedo más profundo: el de enfrentarse a las consecuencias de una elección. El temor a cargar con la responsabilidad de una decisión es otra de las causas clave. Tomar una decisión implica aceptar que uno es el autor de sus actos, y eso puede ser angustiante si las consecuencias no son las esperadas. El miedo a equivocarse o a no estar a la altura de las expectativas lleva a muchas personas a delegar decisiones importantes o a evitarlas por completo. El miedo a sentir culpa también opera como freno decisorio. La paradoja es que, al no decidir, estas personas suelen terminar sintiéndose igual de culpables, o incluso más, por no haber actuado a tiempo. En el fondo de todos estos factores suele habitar un denominador común: una autoestima baja.