El psicólogo Anders Ericsson acuñó el término de “práctica deliberada” investigando cómo las personas se convierten en expertos.
Se trata de hacer un esfuerzo deliberado para convertirse en un experto.
Este esfuerzo se caracteriza por desmenuzar las habilidades requeridas en partes más pequeñas y practicar estas partes en repetidas ocasiones.
Entre práctica y práctica, los expertos obtienen feedback y reflexionan sobre su propio rendimiento, lo que les orienta y guía para su posterior puesta en práctica en otra ocasión.
Sin este aspecto “deliberado”, la práctica puede conducir a la automaticidad y a detener el desarrollo, mientras que los expertos se caracterizan siempre por tratar de mejorar su rendimiento más allá de su nivel actual.
Con el tiempo, los profesionales expertos desarrollan habilidades de auto-monitorización y auto-regulación, lo que facilita el desarrollar una la práctica deliberada.
La construcción de la práctica deliberada es relevante para la educación médica tanto en el campo del desarrollo de habilidades prácticas como en el desarrollo de los conocimientos médicos.
El marco teórico de la práctica deliberada nos dice que ni aprendiendo todo lo relacionado con un dominio ni consiguiendo una amplia experiencia en ese dominio nos lleva a conseguir un rendimiento experto, a menos que se realice una práctica deliberada.
Es evidente que esto tiene implicaciones para la enseñanza de la medicina, lo que sugiere que el viejo adagio «ve algo, haz algo, enseña algo,» debe sustituirse por «ve mucho, practica mucho, reflexiona mucho, y practica más».
En la educación médica, la construcción de práctica deliberada se aplica con éxito en el área de simulación, donde los alumnos tienen oportunidades exclusivas para practicar repetidamente habilidades clínicas e integrarlas tras recibir feedback y reflexionar sobre ella.