Tantos como matices tiene la luz.
Si el blanco puro te parece frío, te aconsejamos que revises toda su gama, desde los más claros a los más oscuros, para que te quedes dentro de sus márgenes pero logrando mayor calidez y originalidad.
Las principales firmas de pintura decorativa tienen más 150 referencias de blanco, que pueden dividirse entre cálidos (con más proporción de amarillo o rojo) y fríos (con matices azules, grises o verdes).
A continuación, te mostramos los 10 tipos de blanco que triunfan en decoración: Blanco roto: sería un blanco puro, con unas gotas suaves de colores pastel.
Blanco hueso: aporta calidez a las paredes, gracias a sus tenues matices de amarillo.
Blanco marfil: un poco más subido que el hueso, presenta un poco más de amarillo, lo que lo hace luminoso y elegante.
Blanco vainilla: también llamado crema, este delicioso color se inspira en el aspecto de la nata o el helado, siendo alegre.
Blanco lino: con toques de marrón, este tono de blanco es muy natural y sofisticado.
Blanco almendra: a medio camino entre el blanco, amarillo y unas pizcas de marrón.
Blanco antiguo: muestra matices amarillos y marrones.
Blanco seda o Star: este tono posee una pizca de gris, que le aporta mucha serenidad.
Blanco nieve: posee gotas de azul, por lo que parece que desprenda algo de luz fluorescente.
Blanco tiza: es un blanco degradado opaco difuso, casi gris claro.
Es perfecto para utilizarlo en el salón o en el baño.
Las distinciones entre estos tipos de blanco pueden resultar sutiles, pero te aseguramos que si los usas a gran escala, como en las pinturas para paredes o el sofá, notarás las diferencias.