Para lograr la disciplina es fundamental pensar en cuáles son los beneficios de ser una persona tanto disciplinada como metódica y ser capaz de visualizar la forma en la que mejorará muchos aspectos de nuestras vidas.
Conoce tus puntos débiles, nadie es perfecto, así que nada mejor que asumir nuestras debilidades y frenarlas.
Aleja las tentaciones y comprométete contigo misma, ser disciplinado no es algo que uno sea, es algo que se hace, no se nace con la disciplina, es un hábito que se va adquiriendo.
Céntrate en lo que quieres conseguir, traza un plan y no pierdas la meta, si se quiere ser más disciplinado para conseguir un objetivo es importante tener muy claro qué es lo que se quiere conseguir y/o alcanzar.
Construye tu propia disciplina, como hemos comentado antes, la disciplina no es algo con lo que uno nace, es un hábito/comportamiento adquirido.
Crea nuevos hábitos simplificándolos, es decir, si se quiere hacer algo nuevo, empezar poco a poco es la clave, empezando con cambios pequeños pero constantes.
Come a menudo y de forma saludable, si tienes hambre, estás de malhumor, nerviosa o con el estómago encogido, no podrás centrarte en lo importante.
No pongas freno o tope a tus límites o tu poder, si piensas que tienes poca capacidad para hacerlo, de disciplina, de logro o lo que sea, no lo conseguirás.
Auto-premiate y si fallas, perdónate y sigue adelante, por ejemplo, si has decidido comer más sano pero vas de camino a una cena, traza un plan y permítete un premio ocasional.
Elimina de tu memoria todos los intentos fallidos, son situaciones que lo único que hacen es decirte que no eres capaz de hacerlo o que en algún momento te hicieron ver la falta de disciplina.