El juego de simulación, también conocido como juego imaginativo, brinda un poderoso y divertido contexto de simulación para que los niños expresen su creatividad y desarrollen habilidades socioemocionales. El juego de simulación va evolucionando conforme crecen los niños. Los niños de dos años comienzan representando escenarios con muñecos de peluche, muñecas o figuras, y tienden a utilizar estos juguetes realistas para imitar situaciones que les son familiares. Por ejemplo, un niño de dos años podría jugar a que su perro de peluche camina y toma agua de un plato. Alrededor de los tres años, surge el juego simbólico. Este involucra utilizar un objeto como si fuera otro o asignarle a un objeto propiedades diferentes de las que tiene en realidad. Después de los tres años, el juego de simulación se vuelve más complejo y de naturaleza social. Los niños empiezan a incorporar objetos imaginarios, crear narrativas más detalladas y mundos de fantasía, además de hacer juegos de rol dramáticos con sus amigos. De los tres a los cinco años entran en lo que se considera la “temporada alta” del juego imaginativo, aunque el juego de simulación sigue presente hasta la infancia media.