Nicholas Carr, un escritor y experto en administración, dice: “Cuanto más usemos la Web, más entrenamos nuestro cerebro para distraerse, para procesar la información muy rápidamente y de manera muy eficiente, pero sin atención sostenida”.
Una joven llamada María dice: “Hay gente que hasta en una conversación cara a cara está con el teléfono en la mano —texteando, jugando, metiéndose en las redes sociales— en vez de prestar atención a la persona que tienen enfrente”.
El libro Niños conectados dice que la mayoría de los estudiantes admiten que usan sus dispositivos electrónicos en clase para chatear, leer o ver cosas en Internet que en realidad no tienen nada que ver con las clases.
Chris, que tiene 22 años, dice: “Para mí lo más difícil es no mirar el teléfono cada vez que vibra”.
Si dejas que los dispositivos electrónicos te distraigan, una hora de tareas escolares puede convertirse en tres o más.
La Biblia dice que no debemos buscar solo nuestros propios intereses, “sino también los de los demás” (Filipenses 2:4).
“Resiste la tentación de estar mirando el teléfono mientras estás conversando con alguien.
Si le prestas toda tu atención a esa persona, le demostrarás que la respetas” (Thomas).