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¿Por qué me cuesta tanto cometer errores?

Lorena Cisneros
Lorena Cisneros
2025-06-26 15:56:43
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El miedo a equivocarse, a cometer errores, a no poder retroceder las agujas del reloj y empezar de nuevo, es uno de los temores más frecuentes en el ser humano, y tiene dos caras. Una cara buena y protectora que nos facilita la adaptación al medio, ayudándonos a anticipar y evitar posibles peligros; y una cara mala que nos limita, que no nos permite crecer, haciendo que nos acomodemos plácidamente en nuestra zona de confort y nos convirtamos en meros espectadores de nuestra propia vida. Una vida en la que no nos permitimos el lujo de tomar partido de forma activa, por temor a lo que pueda ocurrir después. Las personas con miedo a cometer errores tienden a presentar un estilo cognitivo centrado en las amenazas y las pérdidas. Esta interpretación del mundo les dificulta tomar decisiones o emprender acciones debido a que experimentan elevados niveles de ansiedad cuando tienen que hacerlo. Para evitar esta ansiedad, deciden no intentarlo, o rendirse si no consiguen resolver el problema fácilmente y con rapidez; de esta forma su ansiedad cesa y se refuerzan sus conductas de evitación o escape, a cambio de no aprender a desarrollar estrategias que les permitan gestionar su miedo al error, o darse cuenta de que, aunque se equivoquen, sabrán cómo solucionarlo. Esto se refiere a conductas con las que han obtenido algún beneficio. Por ejemplo, no enfrentarse a los posibles errores se refuerza por el alivio de la ansiedad. Otras ganancias secundarias serían conseguir que sean otros los que afronten la tarea en su lugar, recibir más atención por parte de otras personas, bajas médicas que se prolongan… La clave está en la interpretación. Desde la psicología cognitiva se considera que las interpretaciones que hacemos de la realidad, de nuestra competencia a la hora de resolver problemas, o de los resultados de nuestra conducta, son determinantes a la hora de explicar cómo interpretamos el mundo y la adversidad. Este tipo de personas no solo tienen una interpretación errónea de la realidad, sino también de su propia competencia. De esta manera explican sus éxitos aludiendo a causas no controlables por ellos, específicas, y temporales. Por el contrario, explican sus errores aludiendo a causas internas, generales, y permanentes.