El hombre se esfuerza en un Arte Marcial, intentando alcanzar el cinturón negro, como resultado de un aprendizaje para combatir. No obstante, en la misma medida en que progresa en su entrenamiento, se vuelve más consciente de un fuerte impulso: el de moldearse a sí mismo, transformándose en una mejor persona, no solamente poseedora de una gran habilidad en el combate, sino también de dignidad y honor. Tradicionalmente, éstos han sido siempre los objetivos de un estudiante de Artes Marciales. El cinturón negro es una recompensa otorgada al caballero actual o al moderno samurai, que ha sacrificado muchas horas disciplinando su mente y agotando su cuerpo, en el intento de alcanzar el máximo desarrollo físico y mental posibles. Muchas personas opinan que al igual que se producen las nuevas evaluaciones en el mercado internacional de divisas, deberían existir centros donde se re-evaluase el cinturón negro, a pesar de que la lista de candidatos alcanzaría el grosor de un listín telefónico. Cada karateka debería saber que el cinturón negro no es un regalo, sino un objetivo y un símbolo de la realización de un gran esfuerzo, dentro de un sistema de grados de la máxima calidad, del que se beneficia el estudiante y el Karate en general. En un club serio, se obtiene el cinturón negro entre cinco y ocho años de constante y duro entrenamiento diario, toda la semana, y contando además con una instrucción competente. Los caballeros y los samurais de antaño evitaban todo acto que pudiera empañar o poner en tela de juicio su honor. ¿Desean los Sensei y cinturones negros modernos tener una actitud diferente a la de ellos, respecto de su propio honor?