Las balas incluyen todo ello: una carcasa exterior, algo de combustible, así como el cebador que produce la chispa.
Mientras tanto, el proyectil, un objeto pesado de metal, queda en la parte superior.
Mientras que el arma no esté presionada contra alguien, solo la bala puede producir daño.
Es la bala la que causa daño porque está hecha de una sustancia pesada y densa.
Este objeto denso y pesado mantiene fácilmente su impulso mientras vuela por el aire y puede atravesar sin problemas la carne humana.
Bajo la premisa de que si reemplazas la bala de metal con un trozo de papel o de algodón enrollado, como ocurre con las balas de fogueo, se acabaría el peligro.
Además, cuando más vuela el papel, más se iguala su frágil masa a la presión del aire que intenta atravesar, por tanto, se vuelve cada vez más lenta y resulta incapaz de causar daño alguno.
Una vez que sale del arma, se expande en todas direcciones y se vuelve inofensiva, pero si se presiona directamente el cañón del arma contra algo, el gas y lo que sea que salga impulsado tendrá la suficiente fuerza como para romper el hueso.
Aunque las balas de fogueo se utilizan principalmente para generar un gran estallido y un destello, no son solo ruido.
Si se dispara desde cerca, pueden llegar a ser mortales.