Disparar con los dos ojos abiertos no sólo es una cuestión a debatir, es un problema fisiológico. Cuando cierras el ojo no dominante, en éste no entra la luz, evidentemente, por lo que se produce una dilatación automática de la pupila. Esto en sí mismo no tendría importancia si no fuera porque hay un reflejo que tiende a dilatar también la pupila del otro ojo. Resultado: si en el ojo dominante tienen que entrar x candelas de luz, entra alguna más, con lo que, imitando lo que sucede en una foto, se sobreexpone la imagen. Y una imagen sobreexpuesta conlleva bordes menos nítidos. Por eso, entre otras razones, nos colocamos diafragmas para el tiro de precisión. Por otro lado, muy importante para el tiro al vuelo y al plato, cuando miramos con los dos ojos tenemos una visión tridimensional del objeto. Cuando cerramos un ojo, no tenemos sensación real de profundidad: lo vemos todo en el mismo plano, y la sensación de profundidad nos viene dictada por la experiencia: lo más pequeño esta más lejos.