Las balas viajan a gran velocidad y están diseñadas para atravesar el aire, que ofrece poca resistencia. Sin embargo, el agua es unas 800 veces más densa que el aire, lo que la convierte en una barrera natural muy potente. Cuando una bala entra en contacto con el agua, pierde velocidad casi de inmediato por la fricción con el líquido, que actúa como un freno extremadamente eficaz. En pruebas reales, se ha demostrado que disparada por un fusil apenas penetra entre 50 y 60 centímetros antes de detenerse por completo. Aunque pueda parecer lo contrario, las balas más lentas, como las disparadas por pistolas, penetran más que las de fusiles de alta velocidad. Esto se debe a que las rápidas generan tanta resistencia al entrar en el agua que tienden a fragmentarse o deformarse, perdiendo su energía muy rápidamente. En cambio, una bala de pistola entra de forma más estable, y en algunos casos puede avanzar hasta 1,5 o incluso 2 metros bajo el agua. Aun así, su capacidad letal se reduce drásticamente a partir de esa distancia. La respuesta es sí, el agua puede actuar como una barrera efectiva contra disparos, especialmente si estás sumergido a más de un metro de profundidad y el disparo proviene desde fuera. Incluso armas de alto calibre, como fusiles militares, no logran penetrar más allá de esa distancia en condiciones normales.