Concretamente, durante el ejercicio tenemos grandes demandas de oxígeno, las cuáles deben ser compensadas con una correcta, y, en el caso de trabajo de la fuerza muscular, con una sincronizada respiración. Para ello, es fundamental soltar aire por la boca, es decir, exhalar cuando realizamos el esfuerzo en cuanto a un movimiento (fase concéntrica) e inhalar cuando realizamos la fase de estiramiento o más relajada (fase excéntrica). No obstante, solemos respirar mal a lo largo de nuestro día, cogiendo la mayoría del aire a través del conducto bucal, cuando deberíamos realizar principalmente esto mediante la nariz, para, entre otras cosas mejorar nuestra capacidad de realizar ejercicio, al producir una mayor cantidad de óxido nítrico, el cual se asocia con una disminución de nuestros niveles de presión arterial. Sin embargo, uno de los mayores problemas es el hecho de contener la respiración cuando realizamos un movimiento que conlleva un gran esfuerzo, lo cual es lógico porque nos ayuda a realizar más fuerza, pero puede elevar nuestros niveles de presión arterial en casi un 300%. Esta sincronización en cuanto a la respiración nos ayudará a activar mejor la musculatura del abdomen (pudiendo realizar más fuerza durante un movimiento). Además, este patrón respiratorio también nos ayudaría a recuperar mejor y controlar de una forma más adecuada nuestros niveles de presión arterial.