Para aprender a dar consejos, es fundamental comprender que dar y recibir consejos es una habilidad social esencial en la cotidianidad. Es importante recordar que el aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos. La inteligencia emocional es la esencia de dar y recibir consejos, por lo que es necesario saber cuándo, a quién y de qué manera ofrecer consejos desde la empatía, el respeto y la conexión. La autoconciencia también es clave, ya que permite comprender los propios pensamientos y emociones, y hacer una mirada cómplice de nuestras voluntades.
También se necesita paciencia, mesura, calidez, acierto y sabiduría para dar consejos, ya que no todas las situaciones son adecuadas para transmitir determinadas informaciones. La diplomacia es fundamental, ya que las personas diplomáticas son grandes entendidos en dar consejos y disponen de habilidades dialogantes y resolutivas.
Es importante tener en cuenta que no es recomendable ofrecer consejos a alguien que no los quiere o no los ha solicitado, y que los consejos no se imponen ni se defienden como dimensiones verdaderas, sino que deben ofrecerse como visiones personales nutridas de la propia experiencia. Aconsejar no es dar soluciones ni decir a alguien “lo que tiene que hacer”, sino transmitir información y motivación para que la otra persona tome decisiones por sí misma al sentirse bien asesorada.