Cubrir el cuello, la garganta y, en algunos casos, la boca y la nariz, ayuda a mantener una temperatura corporal constante. El exceso de frío en estas zonas puede debilitar las defensas locales de las vías respiratorias, facilitando que los virus ingresen y se reproduzcan. Además, si una persona ya tiene las defensas bajas, exponerse al frío sin protección puede agravar su condición o hacer que los síntomas se presenten con más intensidad. Cubrirse del frío no evita el contagio, pero sí disminuye el riesgo de complicaciones respiratorias, sobre todo en personas vulnerables. Por lo tanto, aunque la chalina no es una barrera contra virus, sí cumple una función importante en el cuidado general de la salud durante el frío, al conservar el calor corporal y reducir el estrés térmico. De acuerdo con el Ministerio de Salud y el Seguro Social de Salud, durante los meses de invierno se incrementan los casos de infecciones respiratorias agudas, resfriados comunes y gripe, afectando especialmente a niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Su uso sí puede ayudar a reducir el impacto del frío sobre el cuerpo, y por lo tanto, actuar como una medida complementaria para proteger el sistema respiratorio.