Tomar agua, limonada alcalina o una solución isotónica ayuda a prevenir la deshidratación.
Alrededor de dos horas antes del encuentro, los futbolistas únicamente toman líquidos enriquecidos.
Lo mismo que hay que ir tomando durante todo el partido, sin aportar una temperatura muy fría que puede ocasionar cierto malestar digestivo por el contraste térmico.
Si se requiere de una rápida reposición por sintomatología de deshidratación, los líquidos se deberán tomar más frescos y a sorbos más grandes, porque así se acelera su paso por el estómago y, por tanto, su asimilación.
Si esos líquidos van acompañados de electrolitos, estos también se absorben de manera más veloz si la bebida está fresca.
Una vez finalizado el partido, los jugadores deben continuar con esa hidratación, de manera similar aunque más constante, ahora que la posibilidad de hacerlo aumenta por comodidad.
Para ello, es recomendable aportar una botella o envase de líquido e irlo tomando poco a poco de forma persistente.
Alrededor de 12-20ºC se considera una buena temperatura, con lo que apetece refrescarse, con un índice rápido de vaciado gástrico que asegura más veloz hidratación y que se tolera bien.
Hay que tomar la bebida a pequeños sorbos, especialmente durante los partidos –bien en el descanso o cuando se acercan a la banda a refrescarse–, para que los futbolistas no noten pesadez digestiva, y de manera lo más constante que se pueda.