El parpadeo sirve para distribuir la lágrima por la superficie ocular y mantenerla hidratada, por otro lado, tiene una función protectora, ya que cerrar los ojos nos ayuda a evitar la luz intensa o los objetos que se aproximan y pueden dañar el sistema visual. El parpadeo también actúa como una forma de descanso para el cerebro, ya que desactiva algunas áreas cerebrales, las encargadas de la visión, y permite que prestemos aún más atención cuando volvemos a focalizarnos en lo que estábamos mirando. En circunstancias normales una persona parpadea aproximadamente cada 4 o 5 segundos. A partir de un minuto sin parpadear, se produce una desecación lagrimal en la córnea y comenzamos a sentir molestias, pesadez, irritación, visión borrosa, enrojecimiento ocular… lo que popularmente se conoce como ojo seco.