Nada cuida más a las armas que usarlas con frecuencia, especialmente cuando hablamos del ánima de los cañones, ya que en la mayor parte de ellas el acero se encuentra desnudo y abierto a la corrosión. Después de algún tiempo, la humedad del aire se condensa en el acero frío, empezando el proceso de picado. Lo más recomendable es aplicarle aceite de forma adecuada y retirar el exceso con un trapo. A las partes de madera se les puede aplicar cera especial para maderas, evitando también los excesos. Además, es aconsejable taponar la boca del cañón para evitar la entrada de aire, intentando almacenar la escopeta en un lugar fresco y seco y revisándola de vez en cuando. También se puede taponar por completo con vaselina o grasa consistente para una mayor protección antihumedad, especialmente cuando se vaya a guardar durante un largo tiempo. No obstante, no es buena idea que las escopetas pasen años sin ser revisadas, ya que podrían sufrir daños irreversibles. Durante la temporada de caza, es importante comprobar que las escopetas están descargadas y limpiarlas para evitar que se acumule suciedad y humedad. Al final de cada temporada, es necesario realizar una limpieza más profunda y almacenar las escopetas y la munición por separado. Es importante llevar las escopetas al armero para que las inspeccione, las limpie y las cuide al menos cada tres o cuatro temporadas.