A pesar de no ser grandes tiradores, parece que no es tan difícil darle a un blanco, bien grande, a 100m y 200m de distancia, con pistola.
La idea de intentarlo en alguna ocasión nos venía rondando la cabeza desde hace años, pero nunca nos habíamos aventurado más allá de la línea de 50 metros por pura incompetencia.
En realidad, lo que permiten las distancias tan largas como 100m o 200m es apreciar errores muy fácilmente, por pequeños que sean.
Cualquier ligera desviación angular en la boca de fuego supone unos cuantos centímetros de desvío sobre el blanco.
Un error angular de tan solo 6 centésimas de grado supone un desvío sobre el blanco de 0,5cm a 5m, 1cm a 10m, 2,5cm a 25m, 5cm a 50m, 10cm a 100m y 20cm a 200m, lo que viene siendo una relación directamente proporcional entre desvío y distancia.
A 200m se hacía difícil apuntar bien porque el punto de mira ya cubría todo el blanco y su soporte.
Hacer impactos a cualquier distancia no tiene mucha ciencia ni resulta nada avanzado.
Se trata sencillamente de aplicar, de forma cuanto más exquisita mejor, los principios básicos del tiro, muy especialmente el control del disparador y la puntería.