Quítate la bisutería antes de aplicarte cosméticos en la piel, utilizar productos domésticos o hacer deporte. El sudor, la acidez de la piel, el calor, los perfumes y el maquillaje pueden alterar su color y luminosidad. Si utiliza cremas o perfumes, espere a que se sequen antes de ponerse la bisutería.
Evite en la medida de lo posible el contacto con el agua, ya sea al lavarse las manos, ducharse o bañarse.
Almacenarlas en un lugar adecuado es absolutamente esencial para la longevidad de sus joyas. Sepárelas y colócalas con cuidado en cajas o estuches... para evitar que se rocen o enreden, y guárdalas en un lugar seco y templado. Evite los lugares demasiado húmedos, como el cuarto de baño.
Un paño de microfibra húmedo es la forma más suave y segura de devolver el brillo y la chispa a su bisutería más delicada. Frote suavemente su bisutería con un paño suave, como los de gamuza, para eliminar las manchas negras y los restos de suciedad.
Llena un recipiente con agua tibia y añade unas gotas de jabón de Marsella. Sumerge las joyas durante unos minutos en la solución jabonosa. A continuación, frota suavemente las zonas de difícil acceso con un cepillo de dientes de cerdas suaves (también puedes utilizar un palillo o un bastoncillo de algodón). Por último, aclare bien con agua limpia y seque con un paño suave.
Crea una pasta mezclando bicarbonato de sodio con agua. Aplícala a tus joyas y frota suavemente con un paño suave. A continuación, acláralo con agua limpia y sécalo con un paño suave.
Sumérjalas durante 15 minutos en un recipiente con zumo de limón diluido en agua, o durante 2 horas en una cantidad razonable de vinagre blanco. Aclárelo bien con agua limpia y séquelo con un paño suave.
Frota suavemente las joyas con un cepillo de dientes de cerdas suaves (o un paño suave) y un poco de pasta de dientes. No olvide aclararlas con agua limpia y secarlas con un paño suave.