La limpieza tiene tres niveles en función de la profundidad del proceso: descontaminación, desinfección y esterilización.
La descontaminación consiste en retirar todo tipo de residuos, polvo y suciedad que pueda haber en el espacio que se quiere limpiar.
Es el nivel más superficial de la limpieza, siendo recomendable en lugares propensos a ensuciarse.
La acción de desinfectar es el segundo nivel de la limpieza.
No se trata de una limpieza completamente exhaustiva, como supondría la esterilización, pero sí reduce la cantidad de gérmenes presentes a, aproximadamente, una quinta parte.
La esterilización es la completa eliminación de todos los microorganismos presentes en un objeto o superficie.
Mientras que la desinfección destruye parte de la vida microbiana, la esterilización, al ser el nivel más exhaustivo de la limpieza, la elimina al completo.
En consecuencia, la esterilización lleva más tiempo que la desinfección.
La esterilización es un proceso de limpieza especialmente importante en entornos con alto riesgo de contagio o alta presencia de patógenos, como los hospitales.
Al ser la aplicación de calor directo uno de los métodos más efectivos de esterilización, la mayor parte del instrumental médico es resistente al calor.
Una vez esterilizado, un objeto debe guardarse en un lugar limpio, seco y libre de polvo, y debe mantenerse con el envoltorio íntegro.