Lo primero que tenés que hacer es dejar abierta las puertas y ventanas para evitar la acumulación de moho, ácaro y otras impurezas. El aire, en cierto modo, ayuda a secar de forma natural y rápido la humedad y así evitar la creación de hongos y bacterias. Tras identificar el problema, si el origen es por filtraciones en las paredes, el primer paso será reparar el elemento por el que pasa el agua de la lluvia y arreglar la pared dañada. De ser el caso un problema de condensación, lo ideal será establecer circuitos de ventilación para que ventile el aire interior de la estancia y así evitar la proliferación de hongos. Por último, si encontraste el origen y pensás que es por capilaridad o filtración soterrada, lo recomendable será hacer una correcta impermeabilización. El más efectivo y recomendado para quitar la humedad de las paredes y, en general del hogar, es el bicarbonato de sodio. Solo tenés que frotar un poco de bicarbonato sobre las áreas afectadas, dejarlo actuar por dos horas y retirarlo con un cepillo.